por Josemari » 04 Sep 2005, 18:26
Estimado Inpw.
Yo siempre he tenido una visión romántica de Egipto. Si comparamos el gran desarrollo de su cultura fruto de grandes periodos de estabilidad en un marco bastante aislado y autosuficiente, la amabilidad de su arte, su refinamiento, el cierto humanismo al que llegó en determinadas épocas y su visión confiada en la resurrección en el Más Allá siempre que se siguieran unas pautas de conducta, si comparamos digo, esto y muchas otras cosas, con culturas con una visión de la realidad mucho más atemorizada, incluso aterrorizada como las de Mesoamérica o en ocasiones las de Mesopotamia, sin duda el valle del Nilo parece un paraíso en medio del caos.
Hasta aquí el romanticismo. Pero no nos engañemos, dentro de sus fronteras el Reino Egipcio no era Cáritas, y la riqueza se canalizaba hacia el faraón y las instituciones religiosas. Las pirámides las construyeron fieles egipcios convencidos probablemente de la necesidad de catapultar a su rey a las estrellas imperecederas para que se garantizara así el curso plácido de la existencia de los egipcios, pero parece que esas certezas les duraron poco y fueron haciéndolas cada vez más pequeñas, e incluso en la IV dinastía Shepseskaf pasó de todo y construyó una gran mastaba como tumba. El sufrimiento necesario para construir los monumentos funerarios desde Esnofru hasta Quefrén es evidente, con independencia de que los cambios en el aparato funerario tuvieran otras causas económicas y religiosas, en la que los sufridores influían muy poco.
Volviendo al imperio de la XVIII dinastía, no quisiera polemizar, creo que tampoco podemos tener una visión glamourosa del gran emperador egipcio, a la manera de Amenhotep III, dispensando a diestro y siniestro el hálito de vida mientras sus súbditos nubios, libios y cananeos estaban encantados de los nervios y sumamente agradecidos. Es cierto que el gran militarismo de la dinastía pudo estar motivado por la necesidad de expulsar a los hicsos primero y de crear zonas tapón que evitaran otra pesadilla como aquella. Pero, como en la actualidad, no podemos llevar las guerras defensivas tan lejos. Buena prueba de ello es la gran cantidad de revueltas en Siria, a la que Egipto aportó poco y que mantuvo casi incólume toda su cultura sumero-acadia, y la destrucción sistemática de la cultura del reino de Kerma y su sustitución por una aculturación que tuvo que ser realmente opresiva. En el norte se jugaban el comercio internacional y en el sur el oro. Si los egipcios, tan civilizados ellos, tenían que despoblar grandes zonas de Baja Nubia, por ejemplo, lo hacían sin miramientos y al rey sirio que ponía en peligro su infraestructura en Canaán, como Abdiashirta cuando destruyó Simira, si lo pillaban lo ejecutaban y listo. Además habría que estudiar, como se ha sugerido, si la dominación egipcia en Palestina y Nubia las dejó al finalizar el Imperio Nuevo mejor de lo que estaban. Sin asegurarlo me atrevería a decir que las florecientes ciudades palestinas del Bronce Medio y el pujante reino de Kerma eran más ricos que sus homólogos del final del Bronce Reciente y del vacío cultural que parece quedó en Nubia.
Claro que luego llegaron los Asirios e hicieron bueno a cualquiera.
Josemari