La palabra bautismo viene del griego baptízo (βαπτιζειν o βαπτειν) y significa sumergirse fisicamente en el agua. En hebreo el ritual de purificación mediante inmersión en el agua es "tevilah" y se realiza en el "mikvah" o mikveh (en hebreo מִקְ) un lugar especial para ello. Los hallazgos arqueológicos en Israel han sacado a la luz numerosos baños rituales judios de la época del Segundo Templo, incluso en Qumrán donde la comunidad allí asentada realizaba sus ceremonias de purificación.
A través de esta purificación, se podía acceder al culto en el Templo y a realizar las ofrendas. Era una limpieza moral (no física) y espiritual. En el judaismo antiguo estos mikveh servian para el acceso a los lugares sagrados como el Templo, la purificación de la mujer posterior al parto o la mestruación, la purificación de objetos o utensilios usados para la comida, para la conversión al judaismo, etc.
El mikveh aparece específicamente en la Torá, en Levítico 11:36: "Solamente una fuente y un hoyo, una acumulación de agua será pura". El agua de la Mikveh no puede ser agua corriente, pero si está constituye una fuente natural o bien un río cuya agua proviene principalmente de fuentes manantiales, si será apta.
Es el caso de Juan el Bautista y el rio Jordán, donde realizó la inmersión (bautizo) de Jesús (Lucas 3:21-22, Marcos 1:9-11). Con el cristianismo (menos en las comunidades bautistas y menonitas) el bautismo se eleva a sacramento, el cual se irá desarrollando a lo largo de los siglos. Durante distintas épocas del cristianismo tres maneras de bautismo se han realizado: la inmersión, la aspersión y la ablución, esta última consiste en el derramamiento de agua en la cabeza del neófito.
Ritos similares con el agua se usaron en Egipto, en Babilonia y en otras religiones mistéricas, pero el bautismo cristiano tiene su origen más cercano en Juan el Bautista, como acto no sólo de purificación ritual judío (mikveh), sino de conversión moral de cara a la anunciada pronta llegada del reino de Dios. Es el bautismo de Jesús por Juan, narrado en los evangelios, lo que le dota de una especial relevancia para el cristianismo. Posteriormente Pablo define el bautismo en nombre de Jesús como aquello que permite a quienes lo reciben, unirse simbólicamente a Cristo en su muerte, para renacer a la vida nueva que Dios otorga; es decir unirse por fe a Jesús en su muerte y resurrección(Colosenses 2:10..12 y Romanos 6:3..4).
Por tanto el bautismo cristiano, si bien tiene sus bases en la purificación ritual judía, esta a su vez debe tener también ciertas influencias primitivas en culturas como Egipto y Mesopotamia. No hay duda de que el agua como símbolo de limpieza y de purificación fue utilizada en las antiguas religiones del próximo Oriente, pero su significado y complejidad ha ido variando en cada religión.
Un saludo a todos
Gerardo Jofre
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