Todo lo que sabemos sobre la vida palaciega en la antigüedad, nos dice que el poder real suele ser lujurioso, deseable y hasta a veces, precario. Lamentablemente no existen crónicas contemporáneas en Egipto, que detallen la historia de sus reyes. Los relatos que se conservan son tardíos y solamente podemos armar la historia de los faraones a partir de algunas pruebas arqueológicas. Además los egipcios proyectaron una visión idealizada de la realeza, por lo que averiguar si un rey fue asesinado o no se trasforma en una historia de detectives, donde los protagonistas se tomaron muchas molestias para ocultar los hechos.-
Conocemos pocos casos de posibles asesinatos reales, uno de ellos fue el del faraón Ramsés III, quién probablemente no haya sobrevivido a la “conspiración del harén”. Y el otro que nos ocupa es el de Amenemes I. Fue el primer rey de la XII dinastía y no estaba relacionado con la XI dinastía, pero bien podría tratarse del visir Amenemes que vivió bajo el reinado de Mentuhotep IV.-
No sabemos como acabó el reinado de Mentuhotep, ni como Amenemes se vió en el trono, pero en Las Profecías de Nefertiti (un texto posterior ambientado en el imperio antiguo), Amenemes aparece como un salvador que libraría a Egipto de todos sus males.-
Sin embargo, el propio Amenemes estaba destinado a ser una víctima del asesinato, su muerte se relata en otro texto literario: Las Enseñanzas de Amenemes. Gran parte del escrito se centra en la soledad del poder y la necesidad de mantener la mente tranquila. El punto clave es donde el mismo rey relata su propio final:
Los egipcios dieron por cierto este relato y el mismo Manetón, 1.600 años después, menciona a “Ammanemes, (rey) durante 38 años: fue asesinado por sus propios eunucos”.-