por Juan Diego López » 11 Ago 2006, 06:34
De antemano, te pido disculpas a vos y a los lectores por la longitud de esta participación. :oops:
Antes de abordar el tema de la orientación solar de las pirámides, quiero decirte que una Barra de herramientas especializada en Egiptología me parece un instrumento de formación y de apoyo genial. La búsqueda y la disponibilidad de información permanente y actualizada son la clave del poder de las redes virtuales. Sin estos dispositivos, la distancia más larga entre dos puntos es la internet. La otra cuestión que me parece fundamental es que estos instrumentos alivian las fatigas de la autodidaxia y estimulan el conocimiento general, el aprecio y el respeto por los contenidos y métodos científicos de la disciplina. Y esta es la mejor vacuna contra la charlatanería y el engaño deliberado y mercenario que, como lo referís, es muy común en este medio.
Pasando a tus comentarios lamento no coincidir con tu apreciación sobre la egiptología en España ni en el plano internacional. En primer lugar, porque me parece que la situación de atraso y aislamiento que atribuís a la comunidad egiptológica española no es propia de un ámbito geográfico sino que es el resultado natural de la evolución de la disciplina que, a su vez, se inscribe en la dinámica general del desarrollo de los conocimientos científicos. En la epistemología “clásica” (quiero decir, ni neopositivista ni postmodernista) no parece haber duda de que en el desarrollo de la ciencia, a pesar del curso errático que presenta en cada momento histórico particular, siempre termina imponiéndose una trayectoria progresiva que va de lo empírico a lo teórico y, mediante el artificio de su estrategia hipotético deductiva, de lo teórico a lo metateórico.
Es precisamente esta naturaleza relativamente expansiva de los conocimientos científicos lo que permite el avance de las disciplinas hacia las interdisciplinas y las transdisciplinas que presenciamos actualmente casi a diario. Ninguna disciplina puede superar su estadio protocientífico sin trascender su vínculo directo con la práctica. La superación del estado meramente empírico, el avance hacia la construcción de teorías generales (especiales y regionales) y su enlace con la totalidad del conocimiento científico mediante la construcción de metateorías universales, son las claves para determinar la madurez de un campo disciplinario. La egiptología parece presentar un estado muy inicial en este respecto y creo que un análisis epistemológico permitiría establecer ese grado de desarrollo disciplinario en modo axiomático.
La llamada egiptología moderna, postnapoleónica, nació de disciplinas (y protodisciplinas) particulares con objetos de estudio también particulares. Filólogos, arqueólogos, arquitectos, ingenieros, traficantes de antigüedades y dinamiteros. Pero, me pregunto, ¿cuáles son los niveles teóricos (particulares -es decir, provenientes de las disciplinas de origen-, especiales y generales) que la egiptología puede mostrar hoy día?
En segundo lugar, creo que el estado protocientífico, además de los males que señalás, genera una situación de gran dispersión categorial, metodológica y teorética y, entre los efectos más indeseables, crea un clima de enorme confusión conceptual, ideológica y filosófica. El desarrollo relativo por regiones geográficas o por ambientes culturales, que impide incluso elaborar un leguaje científico común y universal, es la forma más inmediata y fáctica del estado de la disciplina.
Pero esta situación de dispersión y disparidad no es sólo un fenómeno epistemológico y abstracto. De acuerdo con las teorías sociológicas de la ciencia, esta situación “espiritual” o “académica” tiene su correlato material y es el resultado de la organización social, lo que Thomas Kuhn ha llamado “la comunidad científica”. Esta es una institución social e histórica de extrema complejidad y en la cual destacan factores tales como la estructura organizativa, la gestión administrativa, las bases jurídicas, los medios de comunicación y divulgación, su capacidad formativa, su potencia científico tecnológica, su desarrollo investigativo y su autosuficiencia e independencia económica y política.
Creo que concordarás conmigo que la situación de la comunidad egiptológica internacional está lejos de formar una organización medianamente estable, interrelacionada y con capacidad de influencia y fuente de prestigio social. En estas condiciones, me pregunto: ¿Cómo podría difundirse y asimilarse un tema cualquiera (el de la orientación solar astronómica de las pirámides, por ejemplo) en un medio tan irregular y adverso como este?
Cordialmente,
Juan Diego López
Egiptoneófito