Aquà va mi tema de discusión de esta semana: La Ciudad de SALADINO.
La ciudad (Ciudadela de Saladino / El Cairo) fue construÃda por orden de Salah ed-Din (Saladino), gran vencedor de las cruzadas, sobre un saliente del monte Muqattam alrededor del 1176, y según varios escritos finalizose en 1182.
A partir del 1218 hasta el siglo XIX fue la sede oficial del gobierno egipcio, pasando más tarde a convertirse en un cuartel cuya desaparición, en 1983, permitió que por fin pudiera ser visitada.
Aunque Saladino no vivió nunca en ella, entre sus muros se desarrollaron todo tipo de asesinatos, conspiraciones y grandes masacres, como la de los mamelucos acaecida en 1811.
Situada en la cima de las peñas, en el interior de la Ciudadela, estaba la mezquita de Mohammed Ali, construida en la primera mitad del siglo XIX, repleta de cúpulas que podÃan contemplarse desde cualquier punto de la ciudad. Su interior, iluminado por numerosas lámparas que competÃan con los haces de luz de colores que penetraban desde las vidrieras, transmitÃa todo el esplendor del que sigo siendo capaz la cultura islámica. AllÃ, sentada sobre las ricas alfombras que cubren el suelo, no muy lejos del "mihrab", que señalaba la dirección exacta de La Meca, me pregunté por qué nosotros en España no disponemos de lugares asÃ. Lugares no solo creados para la oración, sino también para la tertulia, donde las pesadas puertas de acero amortiguaban el ruido exterior, y permitÃan hasta dormir. Siempre la tendré considerada como una de mis mezquitas favoritas.
Al pie de la Ciudadela me topé con la mezquita del sultán Hassan, un gran edificio del siglo XIV, con muros de más de 35 metros de altura que sirvieron de fortificación en varias ocasiones. SurgÃa ante mÃ, desafiante, sin casas que rodearan, haciéndome sentir empequeñecida por su majestad.
Estaba hambrienta y recurrà ansiosa a mi despensa portátil (es decir, mi mochila, llena de provisiones que compré en el aeropuerto). Una vez repuesta, y tras pagar la entrada (que no se me olvide), me encaminé hacia el interior de la mayor obra de la arquitectura mameluca atravesando un oscuro corredor que desembocaba en un patio abierto. Desde allÃ, junto al hermoso pabellón dorado de la fuente para las abluciones rituales, contemplé el único minarete que sobrevive de las cuatro iniciales; con sus 86 metros de altura, el más alto de El Cairo.
Aquella construcción, mezcla de mezquita, mausoleo y escuela ("madrasa") habÃa sido levantada, en buena parte, con piedras extraÃdas de las pirámides más próximas. Tal vez por eso, -y siguiendo con la leyenda de las maldiciones-, se fueron cayendo sus minaretes, provocando grandes tragedias, como la que sudeció cuando, nada más levantado, uno de ellos cayó sobre una escuela que habÃa debajo, matando a trescientos niños.
Con todo, en el interior era de una belleza inigualable. Posiblemente debido a la decisión del sultán que, cuando la mezquita estuvo terminada, mandó cortar las manos del arquitecto que la habÃa proyectado para que jamás pudiera realizar otra similar.
Cansada ya de tanta vsita, atravesé el barrio de Bab Zuwayla, dejándome perder entre la gente que atravesaba los callejones. Aquel antiguo recinto palaciego que pasó a ser el centro comercial de la ciudad con Saladino, ofrecÃa a mi paso todo tipo de mercancÃas; pero mi único propósito era llegar a los bulliciosos restaurantes con terraza de los alrededores de la plaza de Al Hussein, donde me aguardaban unas suculentas chuletas de cordero.
Espero que muchos de vosotros podáis compartir vuestras experiencias con tan singular sitio de Egipto, lugar que amamos todos los que habitamos este foro.