El 27 de febrero de 1939, cercano ya el final de la campaña (como siempre sucede), los excavadores decidieron estudiar al fin una curiosa desviación visible en los planos de la zona suroeste del muro del recinto del templo de Mut. La tarea de dejar lista esa parte de la concesión para poder excavarla y averiguar el origen de la irregularidad no había sido fácil, pues hasta ocho metros de escombros la cubrían. Tras varios años de esfuerzos finalmente habían llegado a la arena virgen de la colina sobre la cual se edificó la ciudad (Tanis) Allí vieron una zona de arena y piedras que delimitaba un circulo grisáceo en la superficie arenosa. A la mañana siguiente se excavó lo que sabían era un pozo relleno, que a los dos metros desembocó en una losa de caliza. Ampliado el pozo, la losa se convirtió en un enlosado de cien metros cuadrados donde, tras limpiarlo, se apreció un nuevo pozo relleno. Esperanzados, los arqueólogos comenzaron a vaciarlo, y cuando entre los escombros apareció un pedacito de una joya de oro su interés se torno en impaciencia. Era una agujero de ladrones, pero ¿que habían saqueado?
Georges Goyon se tiró de cabeza al agujero, literalmente, para averiguarlo. Como miembro mas joven de la expedición, los veteranos decidieron agarrarlo por los pies e introducirlo boca abajo por la abertura. Una linterna eléctrica le permitio comprobar que se trataba de una estancia con las paredes repletas de relieves, con un techo azul decorado con estrellas doradas y un extraño olor, mezcla de milenios de humedad, calor y evaporados perfumes de aceites y ungüentos. La voz de su maestro Monet, le llegó apagada desde el exterior "¿Ve Ud. algún cartucho en la pared, lee algún nombre?". Con la sangre acumulandosele en el cerebro y la emoción del descubrimiento, Goyón aun tardó unos instantes en responder "¡Osorkon! ¿Es la tumba de Osorkon!" Y con estas sencillas palabras la historia de la XXI Dinastía cambió para siempre.
(Momias. La derrota de la muerte en el Antiguo Egipto.
José Miguel Parra Ortiz)