por Fernando Espartero » 12 Oct 2012, 16:05
EL REY Y LOS ÓRGANOS DE GOBIERNO
El rey era un dios en tanto que participaba de la naturaleza divina.
Su función concreta era servir de intermediario entre los dioses y los hombres, pero no como un mero representante o vicario, sino que en él habitaba una presencia real del dios o dioses. El rey a su vez, como hombre y sólo como hombre, podÃa delegar en los funcionarios para que despacharan los asuntos administrativos y polÃticos, y en los sacerdotes para que oficiaran los cultos. El faraón era hijo de Re, pues en el momento de ser engendrado por su padre el dios de algún modo "poseÃa" a aquél y le suplantaba. Cuando el faraón morÃa, se reintegraba a su verdadero progenitor. Pero el hecho de que fuera hijo de re no impedÃa que fuera también la personificación de Horus, y que a su muerte se transformara en Osiris. Todo lo cual no implicaba contradicción alguna, sino quye se trataba de conceptos complementarios y bien integrados.
Esta naturaleza divina implicaba una distancia abismal entre el rey y sus súbditos. Nadie podÃa tener contacto fÃsico con él, ni siquiera con su sombra, pues el formidable poder que desprendÃa resultaba letal. Sus colaboradores inmediatos y sus sirvientes podÃan acercarse al soberano e incluso tocarlo en virtud de unas operaciones mágico-religiosas que lesw protegÃan. Seguramente llevaban consigo amuletos con el mismo fin.
Ello implicaba el aislamiento y, en definitiva, la soledad del soberano.
El rey no tenÃa, pues, contacto con el pueblo llano, pero éste sà lo tenÃa, y estrecho, con las instituciones de gobierno y con la frondosÃsima burocracia. En esta última proliferaban el descontrol y la corrupción. Las fuentes son pródigas en quejas sobre abusos y venalidades. Agunas revelan las aspiraciones de los jóvenes a estudiar para escribas e ingresar en un cuerpo funcionarial como una forma de tener poco trabajo, escasas responsabilidades y posibilidad de enriquecerse.
Pero la indefensión del pueblo distarÃa de ser absoluta. Las mismas fuente recogen quejas gravÃsimas expresadas libremente, y hay repetida constancia de que en la sociedad egipcia las exigencias éticas eran elevadas y se fomentaba el sentido de la justicia.