Me encantó leer vuestros relatos y me lo pasé pipa pues me hace recordar. En realidad a todos los que vamos a ver nuestra “cultura sentimental†nos ocurrió algún percance para no olvidar, ya te lo tomes con buen humor o que pilles un cabreo mayúsculo, entra dentro de la aventura del viaje.
A veces pienso…si todo estuviese completamente bien organizado…a la suiza (tengo gran criterio de su precisión y perfeccionismo)…los bazares organizados y simétricos, sin voces, sin griterÃo…¿TendrÃa el mismo encanto? ¿TendrÃa el mismo duende? ¿Le faltarÃa ese “glamour†particular que tienen? No lo sé.
Por lo que no paso es el descuido de los monumentos, sus piezas y la “cultura†del amontonar suciedad (por decirlo “fisnoâ€). Por ahà ¡nó!. Pero el resto del descontrol…si usas el humor y con buenos ojos, puedes hasta reÃrte con los follones que arman. Ir en taxi por El Cairo es como decÃis, y sois prudentes, tremendo por la forma de conducir. Yo digo que es “como subir a un tio-vivo de los fuertesâ€. Puedes gritar a veces dentro del taxi al ver que se te va a meter un camión dentro. Pero nó; no pasa nada. Ellos conocen como hacerlo y lo hacen bien…a su manera, claro. Hace años supe que el gobierno Cairota llamó a los japoneses para organizar el tráfico; al cabo de tres años volvieron a Japón y dijeron que era mejor dejarlo asÃ.
Que, encantado con vuestros relatos. A veces me tiento a contar los mios pero veo que serÃan muy parecidos a los vuestros. Solo una anécdota para los que les guste bañarse:
la primera vez que fui me habÃan dicho que no me bañara en el Nilo que un bicho que habÃa se te metÃa por no sé donde y luego bla, bla, bla. Yo, buen cabezota, me dije: “Ya veré yoâ€. Y asà fué; cuando và que los lugareños se bañaban me dije: “Un sueño para mà fue siempre bañarme en el Nilo. Si ellos se bañan y no les pasa nada ¿Qué me va a pasar a mÃ? !Venga hombre! “
Cuando paramos la barca en una zona de andar en camellos, al lado del rio, me dije “Ahora es la mia! Me quito los pantalones -llevaba el traje de baño debajo- y ¡Al agua! El guÃa me miró con cara perpleja pero sin decir nada.¡Sorpresa! ¡El agua estaba muy, pero que muy, fresquita! ¡Con el calor que hacÃa y fÃjate que contraste! Segunda sorpresa: cuando me vieron los compañeros de viaje que me acompañaban en aquella lancha –unos catorce- nadando y sumergiéndome en aquellas aguas ¡casi todos llevaban el traje de baño debajo! y poco a poco fueron tirándose al rio. Fue una media hora preciosa de la que todos nos alegramos.
Que yo sepa nadie sucumbió al baño, estamos todos vivos y el bicho ese del que hablaban… que tenga cuidado con los españoles cuando nos cabreamos no vaya a ser que tengan que salir a tierra a pacer .
Abrazote a todos y gracias por vuestros relatos.
Ka-Aper
Sacerdote lector