por Mamen » 27 Sep 2009, 13:47
"Mi primera preocupación fue localizar el dintel de madera encima de la puerta; entonces con mucho cuidado quité pequeños fragmentos de yeso y empecé a sacar los cascotes que formaban la capa superior del relleno. A cada momento la tentación de parar y mirar hacia adentro era irresistible y cuando, tras algunos minutos, abrí un agujero lo suficientemente grande como para poder hacerlo, coloqué una linterna. Su luz reveló una visión asombrosa, ya que allí a un metro de la puerta, extendiéndose hasta perderse de vista y bloqueando la entrada de la cámara había lo que tenia el aspecto de ser una pared de oro macizo.
Al sacar unas pocas piedras quedó resuelto el misterio de la pared de oro. Nos encontrábamos, en efecto, en la entrada de la cámara funeraria del rey, y lo que nos cerraba el paso era el lateral de una capilla inmensa dorada construida para cubrir y proteger el sarcófago. Ahora es posible verla desde la antecámara a la luz de las linternas y al ir sacando piedra por piedra y aparecer gradualmente su superficie dorada podíamos sentir, como si fuera una corriente eléctrica. el cosquilleo de excitación que emocionaba a los espectadores al otro lado de la barrera.
En la esquina había dos bellos vasos de alabastro que nos bloqueaban el paso, marcando con cuidado el lugar en que dichos vasos estaban, los levanté y los pasé a la antecámara a excepción del vaso suntuoso del rey, estos eran los de mejor calidad y los de forma mas bella de todos los que habíamos encontrado.
Estaba recubierta de oro de arriba abajo y tenia incrustados en los lados paneles de fayenza azul en los que se repetía una y otra vez los símbolos mágicos que debían asegurar su fortaleza y seguridad. Al rededor de la capilla, en el suelo había ofrendas para el difunto y en el extremo norte se encontraban los siete remos mágicos que el rey necesitaría para cruzar las aguas del Mas Allá.
¿Habían penetrado los ladrones en ella, profanando la tumba real? Aquí en el extremos este, estaban las grandes puertas que iban a contestar a nuestra pregunta, cerradas y con el pestillo corrido, pero no selladas. Descorrimos ansiosamente los pestillos y abrimos las puertas de par en par; allí dentro había otra capilla con puertas igualmente cerradas con pestillo y sobre el había un sello intacto...
Sentimos que estábamos en presencia de un rey muerto y le debíamos respeto, y en nuestra imaginación podíamos ver las puertas de las sucesivas capillas abrirse una tras otra hasta que en la mas profunda aparecería el mismo rey."
Howard Carter. Febrero 1923
Aquella por la que el sol brilla. hmt bnrt mrwt