por Santiago Ferro » 23 Oct 2009, 12:23
Creo que a estas alturas creer en la "maldici贸n de Tutankam贸n" como causa de algunas de las muertes ocurridas en personas que han entrado en su tumba, es como seguir creyerndo que "los ni帽os vienen de Par铆s".
Primero, est谩 de sobra documentado que en la tumba de Tut no se encontr贸 ning煤n texto que pueda interpretarse como una maldici贸n, como tampoco se ha encontrado en ninguna otra tumba, ya sea de faraones o de otros. Z. Hawas (que se supone ha entrado en todas las tumbas de Egipto unas cuantas veces), dice que lo 煤nico parecido a una maldici贸n que ha visto es un texto en una tumba de Gisheh, que solo amenaza a quien entre a dicha tumba si recientemente ha tenido relaciones sexuales o ha comido no s茅 que cosa.
Segundo, en 77 a帽os que lleva abiertta la tumba de Tutankamon, creo que ya son miles de millones de personas que hemos estado en ella (yo mismo unas 6 veces) y todos seguimos vivitos y coleando. Claro que algunos citan el caso de una americana que "muri贸 por la maldici贸n de Tut". Yo creo que muri贸 por la maldici贸n del curioso irrespetuoso e imprudente. Seg煤n consta por declaraciones del marido, cuando visitaron la tumba, la nena se entretuvo en llevarse un souvenir especial, un poco de pintura que rasc贸 de una de las paredes. Paredes que como las de muchas tumbas est谩n supercontaminadas de Aspergilus niger; hongo que cuando te pilla bajo de defensas (y ella lo estaba por una enfermedad linf谩tica que acababa de superar), por lo general te manda a la eternidad.
En el fondo estoy convencido de que lo del cuento de la maldici贸n de Tutankamon (y por extensi贸n de otros faraones), como dicen unas cuantas autoridades serias, tuvo su origen en la guerra medi谩tica que se organiz贸 por la exclusiva que di贸 Carnavon a un peri贸dico y que despu茅s se aliment贸 vorazmente y fruct铆ficamente, no solo en la macabra coincidencia de la mueerte del conde, sino con con el cine Hollywoodiense. Es que como dec铆a la canci贸n: "hay mucha gente que s贸lo aprende *historia* viendo el cine americano".
Saludos, Santiago